Es el tercer continente del mundo por extensión geográfica. Limita al norte con el Mar Mediterráneo, al oeste con el Océano Atlántico, al sur con la conjunción de los océanos Atlántico e Índico y al este con el Mar Rojo y el Océano Índico.
viernes, 5 de noviembre de 2010
Inaugurado en Cabo Verde el mayor parque solar de África
4 de noviembre de 2010
Cabo Verde cuenta desde esta semana con el mayor parque solar fotovoltaico de África. La planta, de 5 MW de potencia, es la segunda del país y ha sido desarrollada por Martifer Solar por encargo del gobierno del archipiélago, que se ha marcado la meta de electrificar el país con renovables.
El Primer Ministro de Cabo Verde, José Maria das Neves, presidió el pasado 2 de noviembre la ceremonia de inauguración de la planta, que contó también con la presencia de una nutrida representación del grupo Martifer, entre ellos Henrique Rodrigues, CEO de Martifer Solar.
La planta está localizada cerca de Praia, la capital del país, tiene una potencia de 5 MW –lo que la convierte en la mayor del continente africano hasta la fecha– es de estructuras fijas y utiliza paneles solares producidos en la fábrica que Martifer Solar tiene en Oliveira de Frades (Portugal). Ocupa una superficie de 13 hectares y tendrá una producción estimada de 8,120 MWh/año.
Se trata de un proyecto llave en mano encargado a principios de año por el gobierno de Cabo Verde a Martifer Solar, y es el segundo realizado por el grupo portugués en el país africano. La primera instalación, situada en la isla de Sal e inaugurada en octubre pasado, tiene una potencia de 2,5 MW, con posibilidad de ser ampliada en 2,5 MW más hasta 2014. Las dos plantas producirán, conjuntamente, casi el 4% de de la electricidad del país.
"Con estos desarrollos, Cabo Verde da un paso en el plano estratégico y en su meta de construir un país libre de energías fósiles", dijo el primer ministro en el acto de inauguración. La apuesta del archipiélago por las renovables cuenta con el apoyo del gobierno portugués, que le ha facilitado una línea de crédito por valor de 100 millones de euros, y abarca dos nuevas instalaciones solares, cuatro parques eólicos, una instalación de energía de las olas y otra geotérmica.
Más información:
http://www.martifersolar.com/es
África lidera las tendencias del turismo en 2011
Tánger, norte de Marruecos
© Commons Wikimedia/afrol News
afrol News, 3 de Noviembre - La editorial de guías de viajes Lonely Planet ha lanzado sus principales "novedades" de destinos para el 2011 en sus nuevas guías en inglés y francés, con la mayor presencia de África hasta el momento. Cabo Verde, Tanzania, Egipto y Marruecos se han adentrado en la lista.
En su libro anual en el que se enumeran los principales destinos para el próximo año, 'Lonely Planet' presenta a los lectores los países, regiones y ciudades que más vale la pena visitar. El libro anual "Lonely Planet's Best in Travel", en inglés, y "Le Best of 2011", en francés, es considerado como una innovadora herramienta capaz de atraer a muchos nuevos viajeros.
Tan sólo el año pasado, África estaba todavía poco presente en el libro que marca tendencias. En el top-ten de los países para visitar en 2010, Marruecos era el único representante de África, ocupando el quinto lugar en la lista del año pasado.
Entre los diez países en la lista de 2011 no se incluye Marruecos. Sin embargo, la norteña ciudad portuaria marroquí de Tánger es la única ciudad de África que se sitúa en la lista de las diez primeras ciudades recomendadas, apareciendo en segundo lugar después de Nueva York. Tánger, que ha mejorado notablemente su imagen durante los últimos cinco años, destaca sobre todo por su "extraordinaria posición" en noroeste de África, frente a las costas de Europa.
En la lista de países de 2011, África logra conseguir un impacto mayor. Cabo Verde de manera impresionante posicionarse en el tercero puesto en la lista de los diez primeros, mientras que Tanzania ocupa la octava posición.
"Los caboverdianos siempre se han mostrado abiertos al resto del mundo, pero parece que es ahora cuando por fin el resto del mundo fija sus ojos en Cabo Verde", explica Lonely Planet en una nota remitida a afrol News y calificando a Cabo Verde como un archipiélago que "se ve y se siente como si hubiese nacido de una madre caribeña y
Mercado callejero en Cabo Verde
© afrol News / Ground Level Properties
un padre africano".
El archipiélago de África Occidental tiene "bastante" para ofrecer a los turistas. "Montañas en terrazas verdes, un volcán que asciende hasta las nubes, deportes acuáticos de categoría mundial y alegres festivales", resume el libro, calificando a las islas de Cabo Verde como las "nuevas Islas Canarias".
Tanzania, por su parte, cuenta con atracciones conocidas como Serengeti, Ngorongoro, Kilimanjaro y Zanzíbar. "Pero eso no es todo", según 'Lonely Planet', que enumerando una serie de experiencias relacionadas con la vida salvaje de África, así como parques nacionales y reservas hasta ahora poco conocidos.
La gran lista final de la guía con los principales destinos de 2011 se concentra en las regiones. También en este caso, un destino africano llega a la lista. La península del Sinaí ocupa el primer lugar del mundo como destino a escala regional. Sinaí incluye el gran y moderno complejo de Sharm el-Sheikh, pero también antiguos paisajes culturales, las montañas y los excepcionales arrecifes.
El "descubrimiento" de África por parte de Lonely Planet ha sido gradual, a medida que la editorial, con sede en Australia, ha ido poniendo en marcha un número cada vez mayor de guías de países del continente en inglés, francés, español y alemán. Después de todo, África es el destino turístico que cuenta con el más rápido crecimiento de todo el mundo, y se espera que siga siendo así durante muchos años.
La edición en inglés de la guía se publicó el 1 de noviembre, mientras que la edición en francés llegará al mercado el 18 de noviembre. Por el momento, no se prevén ediciones en alemán ni español.
Por staff writer
Unas 35 empresas aragonesas se informan para trabajar en África
Zaragoza acoge el I Salón Empresarial para el Codesarrollo entre Senegal, Mauritania, Mali y España. Una acción de internacionalización que ya cuenta con cerca de 35 empresas aragonesas interesadas en informarse para trabajar en el continente africano. Además, con acciones como esta se pretende ayudar a asentar población en África.
Zaragoza.- El consejero de Industria, Comercio y Turismo del Gobierno de Aragón, Arturo Aliaga, ha participado en la inauguración del I Salón Empresarial para el Codesarrollo entre Senegal, Mauritania, Mali y España que organizan la Fundación San Ezequiel Moreno y la Cooperativa África Multiservices.
El salón reúne durante tres días en Zaragoza a representantes de los citados países africanos con 35 empresas aragonesas interesadas en campos como los de la agricultura, ganadería o energías renovables, en los que existen abundantes oportunidades en el continente vecino. Las jornadas incluyen mesas redondas sobre cuestiones como internacionalización para Pymes en tiempos de crisis, novedades de codesarrollo o herramientas para llevara cabo relaciones comerciales entre países de Europa y África, así como talleres específicos.
Estas jornadas pretenden poner en contacto empresas aragonesas, que tienen capacidades de exportar productos y servicios, con empresarios y entes africanos. El consejero de Industria, Comercio y Turismo del Gobierno de Aragón, Arturo Aliaga, ha destacado que con estas acciones se cumplen dos objetivos: potenciar la internacionalización de las empresas aragonesas y ayudar algunos países como Senegal o Malí a desarrollarse.
El consejero ha comentado que en España después del Plan de Estabilización de 1959 las empresas extranjeras dieron "un soplo de aire fresco" al mercado aumentado la productividad y permitiendo la consolidación del crecimiento económico en España. “Creo que es una iniciativa loable, puesto que la demanda en estos momentos en España está estancada”, ha afirmado el consejero.
“Desde el Gobierno de Aragón aplaudimos esta iniciativa y estamos para respaldar a empresas que se apunten a estos proyectos porque tienen un doble motivo: ayudan a países con proyectos concretos y miran a la demanda estancada en España”. “Hay muchas empresas que tienen que mirar a África a Asia otras a Europa porque la situación está así”, ha añadido el consejero.
Por su parte, el presidente de la Fundación San Ezequiel Moreno, Ángel Adiego, ha argumentado la elección de estos tres países (Senegal, Mauritania, Mali) porque han tenido una gran receptividad en sus autoridades y sus empresas.
“Queremos dar un paso más, estamos cansados de oír los dramas de los cayucos y queremos crear en estos países junto con sus empresas la riqueza suficiente para asentar población y para desarrollarnos conjuntamente en una actividad empresarial”, ha manifestado Adiego.
Adiego ha asegurado que trabajar con estos países ha sido muy difícil pero tiene muchas expectativas con estas jornadas puesto que hay 35 empresas aragonesas interesadas en los sectores que se van a tratar como la agricultura, la ganadería, construcción o energías renovables.
Brasil y África: dos mundos que hoy se reencuentran
Durante la presidencia de Lula, el gigante sudamericano puso un pie en África para incrementar sus inversiones y su intercambio comercial y cultural. A diferencia de las políticas neocoloniales europeas, norteamericanas y chinas, Brasil se muestra como un aliado de la región africana en el hemisferio sur, que además de beneficiarse con sus industrias promueve el desarrollo de programas sociales en aquel continente. Además, el creciente peso geopolítico mundial del país latinoamericano se afirma con su influencia fuera de su propia región.
Con su acercamiento a África, durante las dos gestiones en que Lula ensayó osadas políticas geoestratégicas fuera del continente, Brasil rompió con el modelo de explotación de las grandes potencias, presentándose a sí mismo como un par del hemisferio sur que posibilita el desarrollo social. Y ese avance de Brasil como vocero de los países emergentes del sur se debe al incremento del desarrollo de las relaciones entre las naciones en vías de desarrollo. Durante la presidencia de Lula da Silva, Brasil tuvo un gran acercamiento al continente africano en diversos sectores de tecnología, inversiones en áreas energéticas y acuerdos comerciales. Desde 2003, el presidente Lula visitó diez veces África y abrió 16 nuevas embajadas brasileñas en esa región.
Existen varias concordancias entre los pueblos de ambos lados del atlántico. Por ejemplo, casi la mitad de la población brasileña tiene origen africano, que desciende de los esclavos llevados a América por barcos negreros portugueses. Además, la africanidad está presente en la cultura popular brasileña, tanto en la música, el baile y en la mezcla de religiones y ritos con el cristianismo. Y a través de la Comunidad de Países de la Lengua Portuguesa, el grupo IBSA (India, Brasil y Sudáfrica) y los tratados multilaterales firmados simultáneamente con países africanos en conjunto que luego se transformaron en acuerdos bilaterales, se produjo que los lazos sur-sur, en este caso Brasil - África, se intensificaran.
Desde su independencia en la década del ‘60, África tuvo una relación desigual con las potencias europeas y con Estados Unidos. Además, aunque Pekín no lo quiera reconocer, está sucediendo algo similar con el avance de las inversiones chinas en el continente. África aporta las materias primas y la mano de obra barata, en tanto que las compañías internacionales sacan el mayor provecho de la explotación de los recursos, beneficiando a una pequeña elite local y dejando afuera a la gran mayoría de la población, que en muchos casos se ve arrastrada a la guerra entre empresas o países que se disputan estratégicas zonas de la región.
Aparentemente, Brasil llegó al continente negro para cambiar esa forma de relación a la que África está acostumbrada. Por supuesto que el país sudamericano se encuentra en una posición de superioridad en cuanto al desarrollo de tecnologías, pero Brasil estimula en el vecino continente la seguridad alimentaria, como base del desarrollo de las relaciones. La ampliación de las zonas desérticas y la reducción de las temporadas de lluvias producen que las tierras cultivables africanas sean cada vez más escasas, en un continente que tiene una de las tasas de crecimiento poblacional más altas. Durante la cumbre África - Brasil llevada acabo en mayo de este año, se priorizó el desarrollo agrícola y la lucha contra el hambre y se hizo hincapié en la estimulación de la agricultura doméstica y de subsistencia.
Además, Brasil comenzó a transferir su experiencia en la producción de cultivos en zonas tropicales desde 2006 cuando abrió en Ghana una sede de Embrapa, el organismo gubernamental que desarrolla tecnologías para elevar la productividad agrícola. El sector económico africano que más se beneficia de las inversiones brasileñas es el energético, dado que Petrobras, la empresa petrolera multinacional de Brasil, ha desarrollado una política de expansión principalmente en Sudamérica, pero en la última década comenzó a incrementar su presencia en África. La extracción del petróleo se está produciendo en Nigeria, Angola, Tanzania, Libia y Namibia. En el delta del río Níger, en donde las compañías del mundo desarrollado han explotado la industria petrolífera descuidando seriamente el medioambiente, Brasil, además de invertir en hidrocarburos, participa en proyectos relacionados con la salud y la niñez.
Desde 2007, Petrobras se convirtió en una de las empresas más importantes en el sector energético, debido al descubrimiento de uno de los mayores campos de gas y petróleo en la zona de Tupi, en la costa brasileña. Algunos analistas aseguran que una vez que se comience a explotar ese yacimiento sumado a la presencia brasileña en el sector petrolero de América Latina y África, Petrobras podría superar a Shell y a Chevron en capacidad y volumen de extracción.
Sin dudas, los países con los que Brasil tiene mayores relaciones comerciales y culturales son Angola y Sudáfrica. La relación con el primero no es reciente, ya que al compartir la misma lengua, ambos países habían desarrollado intercambios desde la independencia del país africano en 1975. Pero, la guerra civil que duró entre 1975 y 2002 impidió que las inversiones extranjeras se pudiesen asentar en Angola. Durante ese período, varios miles de refugiados angoleños eligieron Brasil como destino de escape de los enfrentamientos armados. Además del petróleo, que es el área económica más próspera de Angola, Brasil tiene una gran presencia en el sector alimentario. Aunque la ONU incluyó a Angola dentro de su programa de reducción del hambre, este país sufre la desigualdad comercial en productos alimenticios con las industrias sudafricanas, que son más poderosas que los incipientes productores locales.
Por eso, Brasil aprovechó la disconformidad de Angola y apoyó a las industrias locales, con mano de obra angoleña, y además estimuló la penetración de supermercados brasileños. El monopolio sudafricano se quebró con la llegada de Brasil, que no deja de actuar de acuerdo a sus propios intereses, pero la competencia entre Brasilia y Ciudad del Cabo, favorece a largo plazo al consumidor de Angola. En cambio, la relación entre Brasil y Sudáfrica dista de ser predominante para alguno de los dos actores políticos y se caracteriza por ser de igual a igual. Dentro del grupo IBSA, Brasil, Sudáfrica e India han mantenido reuniones esporádicas desde 2003, el año en que Lula llegó al poder. Los acuerdos tripartitos se centraron en el establecimiento de convenios industriales, comerciales y militares, como por ejemplo la producción conjunta de misiles aire - aire. Se espera que el intercambio comercial entre Brasil y Sudáfrica, que se intensificó el año pasado con la llegada de Jacob Zuma a la presidencia del país africano, podrían superar este año los 2.520 millones de dólares registrados en 2009.
Las críticas occidentales al avance chino en África surgen a partir de las denuncias de que Pekín no toma en cuenta la situación de los derechos humanos en varios países y establece acuerdos con gobiernos acusados de violarlos. A pesar de que esto sea cierto, tanto Europa como Estados Unidos apoyan dictaduras y guerrillas sangrientas para lograr posicionar a sus empresas multinacionales en los mercados africanos. Esta doble moral occidental se basa en que China es un competidor agresivo en la extracción de recursos africanos y es visto por Occidente como una amenaza, principalmente a la seguridad energética. En cambio, Brasil viene a romper con el modelo de explotación de las grandes potencias, presentándose a sí mismo como un par del hemisferio sur que posibilita el desarrollo social.
Uno de los factores de la presencia brasileña en África son las millonarias inversiones por las cuáles las industrias brasileñas se benefician ampliamente. Pero, también existe un importante factor geopolítico, en el que Lula intenta posicionar a su país como un actor principal en las decisiones mundiales, reformando varios organismos, como el FMI y la ONU. Asimismo, es notorio el esfuerzo que hace Brasil para ocupar un asiento en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. Su expansión en Latinoamérica, el intento de mediar en los conflictos de Medio Oriente y su creciente influencia en África demuestran que la política exterior brasileña se concentra en ganar espacios cada vez más importantes, que antes estaban reservados a un pequeño grupo de países industrializados.
Sudáfrica se convierte en un aliado que le permite a Brasil poner un pie en el continente, ya que el país más desarrollado de África tiene intereses comunes en reforzar la alianza sur-sur. Por otro lado, la crisis internacional redujo las ayudas provenientes del Banco Mundial y de las potencias en cuanto a los programas de desarrollo alimentario, educativo y de salud africanos, lo que provoca inevitablemente que África le abra las puertas con mayor facilidad a Brasil.
(Fuente: Investigación del Lic. Maximiliano Sbarbi Osuna, de Observador Global.com)
Con su acercamiento a África, durante las dos gestiones en que Lula ensayó osadas políticas geoestratégicas fuera del continente, Brasil rompió con el modelo de explotación de las grandes potencias, presentándose a sí mismo como un par del hemisferio sur que posibilita el desarrollo social. Y ese avance de Brasil como vocero de los países emergentes del sur se debe al incremento del desarrollo de las relaciones entre las naciones en vías de desarrollo. Durante la presidencia de Lula da Silva, Brasil tuvo un gran acercamiento al continente africano en diversos sectores de tecnología, inversiones en áreas energéticas y acuerdos comerciales. Desde 2003, el presidente Lula visitó diez veces África y abrió 16 nuevas embajadas brasileñas en esa región.
Existen varias concordancias entre los pueblos de ambos lados del atlántico. Por ejemplo, casi la mitad de la población brasileña tiene origen africano, que desciende de los esclavos llevados a América por barcos negreros portugueses. Además, la africanidad está presente en la cultura popular brasileña, tanto en la música, el baile y en la mezcla de religiones y ritos con el cristianismo. Y a través de la Comunidad de Países de la Lengua Portuguesa, el grupo IBSA (India, Brasil y Sudáfrica) y los tratados multilaterales firmados simultáneamente con países africanos en conjunto que luego se transformaron en acuerdos bilaterales, se produjo que los lazos sur-sur, en este caso Brasil - África, se intensificaran.
Desde su independencia en la década del ‘60, África tuvo una relación desigual con las potencias europeas y con Estados Unidos. Además, aunque Pekín no lo quiera reconocer, está sucediendo algo similar con el avance de las inversiones chinas en el continente. África aporta las materias primas y la mano de obra barata, en tanto que las compañías internacionales sacan el mayor provecho de la explotación de los recursos, beneficiando a una pequeña elite local y dejando afuera a la gran mayoría de la población, que en muchos casos se ve arrastrada a la guerra entre empresas o países que se disputan estratégicas zonas de la región.
Aparentemente, Brasil llegó al continente negro para cambiar esa forma de relación a la que África está acostumbrada. Por supuesto que el país sudamericano se encuentra en una posición de superioridad en cuanto al desarrollo de tecnologías, pero Brasil estimula en el vecino continente la seguridad alimentaria, como base del desarrollo de las relaciones. La ampliación de las zonas desérticas y la reducción de las temporadas de lluvias producen que las tierras cultivables africanas sean cada vez más escasas, en un continente que tiene una de las tasas de crecimiento poblacional más altas. Durante la cumbre África - Brasil llevada acabo en mayo de este año, se priorizó el desarrollo agrícola y la lucha contra el hambre y se hizo hincapié en la estimulación de la agricultura doméstica y de subsistencia.
Además, Brasil comenzó a transferir su experiencia en la producción de cultivos en zonas tropicales desde 2006 cuando abrió en Ghana una sede de Embrapa, el organismo gubernamental que desarrolla tecnologías para elevar la productividad agrícola. El sector económico africano que más se beneficia de las inversiones brasileñas es el energético, dado que Petrobras, la empresa petrolera multinacional de Brasil, ha desarrollado una política de expansión principalmente en Sudamérica, pero en la última década comenzó a incrementar su presencia en África. La extracción del petróleo se está produciendo en Nigeria, Angola, Tanzania, Libia y Namibia. En el delta del río Níger, en donde las compañías del mundo desarrollado han explotado la industria petrolífera descuidando seriamente el medioambiente, Brasil, además de invertir en hidrocarburos, participa en proyectos relacionados con la salud y la niñez.
Desde 2007, Petrobras se convirtió en una de las empresas más importantes en el sector energético, debido al descubrimiento de uno de los mayores campos de gas y petróleo en la zona de Tupi, en la costa brasileña. Algunos analistas aseguran que una vez que se comience a explotar ese yacimiento sumado a la presencia brasileña en el sector petrolero de América Latina y África, Petrobras podría superar a Shell y a Chevron en capacidad y volumen de extracción.
Sin dudas, los países con los que Brasil tiene mayores relaciones comerciales y culturales son Angola y Sudáfrica. La relación con el primero no es reciente, ya que al compartir la misma lengua, ambos países habían desarrollado intercambios desde la independencia del país africano en 1975. Pero, la guerra civil que duró entre 1975 y 2002 impidió que las inversiones extranjeras se pudiesen asentar en Angola. Durante ese período, varios miles de refugiados angoleños eligieron Brasil como destino de escape de los enfrentamientos armados. Además del petróleo, que es el área económica más próspera de Angola, Brasil tiene una gran presencia en el sector alimentario. Aunque la ONU incluyó a Angola dentro de su programa de reducción del hambre, este país sufre la desigualdad comercial en productos alimenticios con las industrias sudafricanas, que son más poderosas que los incipientes productores locales.
Por eso, Brasil aprovechó la disconformidad de Angola y apoyó a las industrias locales, con mano de obra angoleña, y además estimuló la penetración de supermercados brasileños. El monopolio sudafricano se quebró con la llegada de Brasil, que no deja de actuar de acuerdo a sus propios intereses, pero la competencia entre Brasilia y Ciudad del Cabo, favorece a largo plazo al consumidor de Angola. En cambio, la relación entre Brasil y Sudáfrica dista de ser predominante para alguno de los dos actores políticos y se caracteriza por ser de igual a igual. Dentro del grupo IBSA, Brasil, Sudáfrica e India han mantenido reuniones esporádicas desde 2003, el año en que Lula llegó al poder. Los acuerdos tripartitos se centraron en el establecimiento de convenios industriales, comerciales y militares, como por ejemplo la producción conjunta de misiles aire - aire. Se espera que el intercambio comercial entre Brasil y Sudáfrica, que se intensificó el año pasado con la llegada de Jacob Zuma a la presidencia del país africano, podrían superar este año los 2.520 millones de dólares registrados en 2009.
Las críticas occidentales al avance chino en África surgen a partir de las denuncias de que Pekín no toma en cuenta la situación de los derechos humanos en varios países y establece acuerdos con gobiernos acusados de violarlos. A pesar de que esto sea cierto, tanto Europa como Estados Unidos apoyan dictaduras y guerrillas sangrientas para lograr posicionar a sus empresas multinacionales en los mercados africanos. Esta doble moral occidental se basa en que China es un competidor agresivo en la extracción de recursos africanos y es visto por Occidente como una amenaza, principalmente a la seguridad energética. En cambio, Brasil viene a romper con el modelo de explotación de las grandes potencias, presentándose a sí mismo como un par del hemisferio sur que posibilita el desarrollo social.
Uno de los factores de la presencia brasileña en África son las millonarias inversiones por las cuáles las industrias brasileñas se benefician ampliamente. Pero, también existe un importante factor geopolítico, en el que Lula intenta posicionar a su país como un actor principal en las decisiones mundiales, reformando varios organismos, como el FMI y la ONU. Asimismo, es notorio el esfuerzo que hace Brasil para ocupar un asiento en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. Su expansión en Latinoamérica, el intento de mediar en los conflictos de Medio Oriente y su creciente influencia en África demuestran que la política exterior brasileña se concentra en ganar espacios cada vez más importantes, que antes estaban reservados a un pequeño grupo de países industrializados.
Sudáfrica se convierte en un aliado que le permite a Brasil poner un pie en el continente, ya que el país más desarrollado de África tiene intereses comunes en reforzar la alianza sur-sur. Por otro lado, la crisis internacional redujo las ayudas provenientes del Banco Mundial y de las potencias en cuanto a los programas de desarrollo alimentario, educativo y de salud africanos, lo que provoca inevitablemente que África le abra las puertas con mayor facilidad a Brasil.
(Fuente: Investigación del Lic. Maximiliano Sbarbi Osuna, de Observador Global.com)
jueves, 4 de noviembre de 2010
EL KILIMANJARO PERDERÁ SUS NIEVES EN LOS PRÓXIMOS AÑOS
El Kilimanjaro, la montaña más alta de África (5.895 m) y uno de los volcanes más altos del mundo, declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en el año 1987, su manto de nieve puede desaparecer en menos de 20 años.
El deshielo de los glaciares de la cumbre del Kilimanjaro es una realidad.
Según científicos estadounidenses realizando un estudio actual sobre los glaciares del Kilimanjaro,"Las actuales condiciones climáticas provocan derritimiento de los glaciares jamás visto en los últimos 11.700 años"; Lonnie Thompson, profesor y glaciólogo de la Universidad de Ohio.
"El monte más alto de África perdió el 26 % de su manto de nieve del 2000 a 2007. "; según un estudio, publicado en la revista oficial de la Academia Nacional de Ciencias de EEUU.
Lonnie Thompson: "Es la primera vez que se calcula el volumen de hielo que se ha perdido en un glaciar de montaña". "Algunos de los que quedan en el Kilimanjaro han perdido la mitad de su grosor y llegará un momento en el que un año tengan nieve y al siguiente hayan desaparecido por completo".
Sudáfrica: El país más fuerte de África
Con una extensión de algo más de 1 ,2 millones de km² y una población de 45 millones de habitantes, la República Sudafricana es el noveno país más extenso y el quinto más poblado de Africa. Las tres cuartas partes de los habitantes de Sudáfrica son negros (oficialmente denominados bantúes). El resto de la población sudafricana está formada por europeos (casi un 14%), mestizos (un 8%) y asiáticos (un 3%).
Los bantúes llegaron al territorio sudafricano durante los siglos XV y XVI, procedentes de las sabanas angoleñas y zaíreñas y de la región de los Grandes Lagos. Desde las últimas décadas del siglo XIX y, sobretodo, entre los años cincuenta y noventa del siglo XX (la época del apartheid) ocuparon una posición subordinada en la sociedad sudafricana, dirigida por la minoría blanca. Con la abolición oficial del opartheid, su situación ha mejorado aunque siguen existiendo diferencias sociales, políticas y económicas entre la minoría blanca y la mayoría negra.
Gran parte de la población blanca es descendiente de los holandeses (bóers o afnkáners) instalados en la franja costera de El Cabo a finales del siglo XVIII y de los colonos británicos llegados al país desde principios del siglo XIX.
La población se concentra en el Transvaal y en el cinturón litoral índico, desde Durban hasta Ciudad de El Cabo. Las desérticas regiones del noroeste están casi deshabitadas. En tomo al 60% de la población vive en ciudades; la mayoría es blanca. Durante el apartheid se restringió la residencia de los negros a algunos barrios de la periferia de las grandes urbes como el de Soweto, en Johannesburgo, auténticos guetos. Solo en los últimos tiempos de la política de segregación racial se permitió a los ciudadanos negros con medios económicos instalarse en otros barrios. La mayor metrópoli sudafricana es Johannesburgo, seguida a bastante distancia por Ciudad de El Cabo (La capital legislativa), Durban, Pretoria , (la capital administrativa), Port Elizabeth y Bloemfontein (la capital judicial).
A diferencia de la mayor parte de las grandes ciudades africanas, que se localizan en la costa. Johannesburgo se sitúa en el centro de la provincia del Transvaal, en el noreste del país, una región que posee ricos yacimientos auríferos. Surgió casi de la noche a la mañana, tras el descubrimiento de oro en 1886 en la región de Witwatersrand.
En la actualidad, con unos 4 millones de habitantes, es la mayor aglomeración urbana del Transvaal y también de la República Sudafricana. Como en el resto de las ciudades más pobladas del país, algunos barrios continúan segregados por la raza, la calidad de la vivienda y el acceso a los servicios; es el caso de Soweto, en las afueras, donde se concentra la población negra.
Es una ciudad industrial, moderna y dinámica. Cuenta con numerosas fábricas para el tratamiento del oro. Asimismo, tiene industrias alimentarias, textiles, químicas, mecánicas, de material ferroviario, armamento y plástico.
Es también el centro de los negocios y de la cultura. Y es, sobre todo, el principal núcleo de comunicaciones del país. Desde esta ciudad salen, en disposición radial, un gran número de carreteras y líneas de ferrocarril, cuyo trazado tiene mucho que ver con el transporte de minerales a los grandes puertos de la costa, principalmente Ciudad de El Cabo, Port Elizabeth y Durban.
La República Sudafricana es la mayor potencia económica del continente: aporta la cuarta parte de su riqueza total. Posee un sector agropecuario moderno, que ocupa a un 4% de la población y alcanza el 30% de la producción. La principal región agrícola es el litoral meridional de las provincias de El Cabo, que gozan de un clima privilegiado; los principales cultivos son los de hortalizas y árboles frutales.
La industria sudafricana está muy desarrollada, pese a la carencia de petróleo y gas natural: el empleo industrial supone el 31 % del total y proporciona un 25% al PNB. Las instalaciones industriales se concentran, sobre todo, en Johannesburgo y alrededores y en toda la mitad septentrional del país; también en los núcleos urbanos del litoral. Destaca la industria extractiva, ya que este país cuenta con las mayores reservas de oro, diamantes, vanadio, platino y uranio del mundo; además, tiene yacimientos de cobalto, fosfatos y carbón, del que es el primer productor continental. Es también importante la industria siderúrgica.
El sector terciario es muy importante: ocupa al 65% de la población y produce el 45% de la riqueza. Los servicios más destacados son los transportes y el comercio.
El desarrollo económico sudafricano se apoya en el transporte marítimo de mercancías, circunstancia que se ve favorecida por la estratégica situación del país.
Sudáfrica importa fundamentalmente bienes de equipo y exporta minerales y productos manufacturados. El problema es que la mayoría de la población no se beneficia de esa próspera economía. La renta por habitante supera escasamente los 10.000 dólares, la mitad de la población (negros, asiáticos y mestizos) vive por debajo del umbral de la pobreza, y la esperanza de vida es solo de 45 años para los hombres y de 50 años para las mujeres.
miércoles, 3 de noviembre de 2010
¿Debemos acabar con el Congo?
Una lectura de la historia de la humanidad
Por Jacques Depelchin, 2008
Desde el acontecimiento del 30 de junio de 1960, existe una constancia en el Congo: hace falta, cueste lo que cueste, acabar con todo atisbo de independencia real. Patrice Emery Lumumba (Primer ministro) sufrió, con su la fidelidad, esta lógica perversa. Una fidelidad que no se limitó únicamente a sus discursos, sus llamadas a la unidad, su carta/testamento a su esposa y a sus hijos, sino también su vida hasta los últimos días e instantes. Fue tal la fuerza de esta fidelidad, que los asesinos, tras haberlo enterrado, profanaron su cadáver y disolvieron sus restos en un baño de ácido sulfúrico.
La rabia de acabar con Lumumba y, especialmente, con sus ideas prosiguió sin descanso desde los primeros proyectos (que son de antes del 30 de junio de 1960) a su puesta en práctica. Al observar la historia de la República Democrática del Congo (RDC) hasta estos últimos años, resulta difícil no preguntarnos si la rabia de acabar con Lumumba no se ha transformado en rabia para acabar con la RDC: descarnar el país como lo hicieron con el cuerpo de Lumumba. No es únicamente por sus riquezas, sino que esta actitud también tiende a una dinámica y a una visión de la humanidad y de su historia que ha podido y que puede comprobarse si miramos más allá de las fronteras de la RDC, de sus vecinos.
Patrice Lumumba
En Europa, uno de los ejemplos más impactantes de esta voluntad de acabar con las historias que molestan se vio con el desmantelamiento de Yugoslavia. Asimismo, allí donde se han cometido genocidios, certificados o no, encontramos la misma rabia de acabar con la memoria de esos momentos donde la humanidad se transgredió. Que cada cual confeccione su lista. Es palpable que el efecto acumulativo de las transgresiones sólo aumenta la rabia de "acabar con". Ya sea a corto o a largo plazo, en el espacio y en el tiempo.
Lo que ocurre en la República Democrática del Congo hoy en día, en particular, y no sólo en su zona oriental, es una continuación de una historia que empezó, al menos desde su "descubrimiento" por los europeos, en el siglo XV, con la pugna por los recursos y, especialmente, los esclavos. Esta carrera por los recursos continúa actualmente de una forma todavía más frenética: una fuerza de trabajo siempre más barata, sujeta a quienes, como en el tiempo del tráfico de esclavos, se enriquecen sirviendo de intermediarios para lo que fue un crimen contra la humanidad. ¿Sería excesivo preguntarnos si realmente se abolió la esclavitud mientras asistimos a lo que se está desarrollando hoy en día, que no es más que el resultado de una modernización de la lógica inaugural?
La idea de una humanidad una e indivisible no debería impedir que nos preguntáramos si no ha llegado el momento de deshacernos de la mentalidad vinculada a un sistema de pensamiento y de vida que divide el mundo entre la humanidad y aquellos que la desgarran poco a poco y la disuelven lobotomizándola. Con el riesgo, como en la actualidad, de crear una maquinaria humanitaria para disimular el impacto de un sistema depredador que pretende borrar sus lejanos orígenes genocidas.
Antes de Lumumba, existió la figura histórica de Kimpa Vita, que fue quemada en la hoguera acusada, por los misioneros capuchinos, de hereje. Esto ocurrió el 2 de julio de 1706. Para esos misioneros, como para el rey del Kongo, el crimen de Kimpa Vita fue el de decir a las autoridades de Bakongo, y a los misioneros consejeros/consultores del rey, que era inaceptable dejar que la trata de esclavos continuará impunemente. ¿Sabremos algún día si Vita habló de crimen contra la humanidad? La búsqueda de este reconocimiento del crimen y la feroz oposición suceden todos los días, como hemos visto recientemente en un artículo de los historiadores Pierre Nora y Anne Taubira (la Ley Taubira reconoce la esclavitud como un crimen contra la humanidad), que han ilustrado a la vez la amplitud de la postura y la necesaria toma de responsabilidad si la historia de la humanidad se explicará en su conjunto y no a partir de una de sus partes, por más poderosa que ésta sea.
Lo que ocurre actualmente en la RDC es relativamente conocido. El problema no está en el inventario o incluso en el análisis (seleccionado) de los hechos. Una historia que presentara siempre todos los hechos desde la más gran fidelidad, y aparentemente sin tomar partido, nos dejaría todavía con las dudas de saber de dónde viene esta dinámica o mentalidad que, a lo largo de una docena de guerras desde la independencia, parece dispuesta a acabar con el país como Estado, como nación e incluso como sociedad. Últimamente, varios filósofos congoleños buscan explicaciones (véanse los intercambios de opinión en el periódico Le Potentiel). Sin embargo, parece que sea cual sea la sofisticación de los avanzados argumentistas, no contrarrestaran las fuerzas decididas a acabar, cueste lo que cueste, con un país que conoció, y que todavía conoce, figuras fieles a la humanidad, fieles al principio de vida.
Después del "descubrimiento" de Hispaniola (hoy en día dividida entre República Dominicana y haití) por Cristobal Colón, y la desaparición de las poblaciones amerindias, se instaló una lógica de narrar la historia de la humanidad basada en el recurso a la violencia y el terror, con frecuencia descrita como una guerra de pacificación. En la región africana de los Grandes Lagos, esta lógica de la voz de las armas prima sobre el resto. Desde 1994, existe un rechazo a solucionar la cuestión del genocidio fuera del paradigma de la venganza. Esta dificultad viene, en gran parte, del fracaso de dos modelos que, aparentemente, están profundamente relacionados: el tribunal de Nuremberg (1945) y la Comisión para la Verdad y la Reconciliación en Sudáfrica, presidida por Desmond Tutu y puesta en marcha en el fin del apartheid.
Las decisiones tomadas en Nuremberg no pudieron reconciliar la humanidad consigo misma pues, con Hiroshima y Nagasaki, se asistió a la modernización (como lo citó Dwight McDonald en septiembre de 1945) de lo que sucedió en Auschwitz, Dachau, Treblinka, etcétera. Si nos ponemos a la altura de la historia de la humanidad, de sus exigencias, debería sernos posible distinguir la doble trayectoria consciente e inconsciente, así como la trama que conecta a ambas.
Los actores conscientes, ya sean dirigentes de los Estados de la región de los Grandes Lagos, dirigentes de grupos armados o instituciones internacionales (ONU, UE, UA), ¿son conscientes de la lógica única que les vincula a, por ejemplo, quienes quisieron acabar con las mujeres, por el simple hecho de serlo, en la región de Kivu? Calificado por algunos como femicido, este crimen resulta difícilmente mesurable en la escala de las transgresiones contra la humanidad. Una vez más se trataba, para sus responsables, de "acabar con".
La ilustración más atroz del fracaso de la Comisión para la Verdad y la Reconciliación fue la explosión de los sudafricanos más pobres que querían "acabar con" los extranjeros más pobres (primavera del 2008). Extranjeros, debemos añadir, que provenían de países que habían apoyado a los sudafricanos en la lucha contra el apartheid. La historia de la humanidad no difiere de la naturaleza: todo se registra y repercute, tarde o temprano. Ya sean crímenes contra los más débiles o contra quienes se consideran intocables o creen que su sufrimiento es más importante que el de los más miserables (pigmeos, sin papeles, inmigrantes, etcétera).
"Acabar con" pretende no solamente matar, sino también borrar cualquier posibilidad física de reconstituir los principios de vida, de libertad y de igualdad. El "acabar con" tiene como resultado, entre otros, la visibilidad de la destrucción del plantea y, también, la destrucción de la humanidad mediante, entre otras cosas, el humanitarismo. Frente a estos asaltos constantes de acabar con, cada cual busca protegerse metiéndose bajo la protección humanitaria incluso si es necesario, al mismo tiempo, olvidar las llamadas a la solidaridad de la humanidad. El humanitarismo es la moda caritativa de intervención inventada por los defensores a ultranza de la libertad económica para suavizar el acabar con aquellos y aquellas cuya presencia continúa incomodando su conciencia. Los supervivientes de los genocidas, certificados o no, lo han expresado de diversas formas, pero siempre de un modo muy claro: "Tenemos la impresión de que nos hubieran preferido muertos, desaparecidos".
Lo que sucede en Kivu no es único. El "acabar con" que allí se manifiesta y que pretende acabar con un Estado es, al fin y al cabo, un "acabar con" la humanidad. Pero para ser conciente de la envergadura del desafío y del ejemplo de la respuesta a dar, deberíamos entender que la historia de "acabar con" incluye a los africanos que, en Haití, de 1791 a 1804, denunciaron, con otras palabras, la brutalidad de la esclavitud.
Sin embargo, en la lógica de los "descubridores", un africano encadenado que logra liberarse, recuperando su libertad, debe ser completamente aplastado, sin excepción. El acabar con Haití persistió durante más de dos siglos. Es de esperar que el acabar con la República Democrática del Congo continúe. La exigencia de acabar con esta posible recuperación de la libertad, de vida, está reforzada por el miedo, en la cabeza de quienes quieren acabar con la libertad y la vida, de lo que un ejemplo así podría generar.
A pesar de la condición de Patrice Lumumba como héroe nacional, todo se hizo, tras su desaparición, para presentarlo como alguien que daba miedo. Con frecuencia escuchamos hablar de millones de muertos desde la guerra de 1997. Es necesario. Pero, ¿por qué se olvidan de las otras víctimas? Por ejemplo, el recuento de aquellos y aquellas lumumbistas que muertos, torturados, encarcelados durante el régimen de Mobutu, que yo sepa, nunca se ha realizado. A quienes dudan de la amplitud de ese "acabar con" los lumumbistas, basta decirles que lean los trabajos de los mercenarios como Mike Hoare o que escuchen cómo el mercenario Müller (ex SS nazi) cuenta, sonriendo, cómo no podía acordarse de cuántos congoleños había matado, pues se le había ordenado eliminar a todo aquel que se moviera en las zonas donde actuaba.
La historia de "acabar con" es muy larga y para nada rectilínea. Además de las contradicciones propias que produce, recoge las resistencias pasivas y activas, del interior y del exterior, de su lógica asesina. El reto de cómo acabar con el "acabar con" pertenece a todo el mundo. Quienes se crean más dotados que otros para responder, les deseamos que resistan a esta tentación: la respuesta debería llegar de aquellos y aquellas que han sido, y que continúan siendo, los objetivos de este "acabar con" a todos los niveles, local y global.
Por Jacques Depelchin, 2008
Desde el acontecimiento del 30 de junio de 1960, existe una constancia en el Congo: hace falta, cueste lo que cueste, acabar con todo atisbo de independencia real. Patrice Emery Lumumba (Primer ministro) sufrió, con su la fidelidad, esta lógica perversa. Una fidelidad que no se limitó únicamente a sus discursos, sus llamadas a la unidad, su carta/testamento a su esposa y a sus hijos, sino también su vida hasta los últimos días e instantes. Fue tal la fuerza de esta fidelidad, que los asesinos, tras haberlo enterrado, profanaron su cadáver y disolvieron sus restos en un baño de ácido sulfúrico.
La rabia de acabar con Lumumba y, especialmente, con sus ideas prosiguió sin descanso desde los primeros proyectos (que son de antes del 30 de junio de 1960) a su puesta en práctica. Al observar la historia de la República Democrática del Congo (RDC) hasta estos últimos años, resulta difícil no preguntarnos si la rabia de acabar con Lumumba no se ha transformado en rabia para acabar con la RDC: descarnar el país como lo hicieron con el cuerpo de Lumumba. No es únicamente por sus riquezas, sino que esta actitud también tiende a una dinámica y a una visión de la humanidad y de su historia que ha podido y que puede comprobarse si miramos más allá de las fronteras de la RDC, de sus vecinos.
Patrice Lumumba
En Europa, uno de los ejemplos más impactantes de esta voluntad de acabar con las historias que molestan se vio con el desmantelamiento de Yugoslavia. Asimismo, allí donde se han cometido genocidios, certificados o no, encontramos la misma rabia de acabar con la memoria de esos momentos donde la humanidad se transgredió. Que cada cual confeccione su lista. Es palpable que el efecto acumulativo de las transgresiones sólo aumenta la rabia de "acabar con". Ya sea a corto o a largo plazo, en el espacio y en el tiempo.
Lo que ocurre en la República Democrática del Congo hoy en día, en particular, y no sólo en su zona oriental, es una continuación de una historia que empezó, al menos desde su "descubrimiento" por los europeos, en el siglo XV, con la pugna por los recursos y, especialmente, los esclavos. Esta carrera por los recursos continúa actualmente de una forma todavía más frenética: una fuerza de trabajo siempre más barata, sujeta a quienes, como en el tiempo del tráfico de esclavos, se enriquecen sirviendo de intermediarios para lo que fue un crimen contra la humanidad. ¿Sería excesivo preguntarnos si realmente se abolió la esclavitud mientras asistimos a lo que se está desarrollando hoy en día, que no es más que el resultado de una modernización de la lógica inaugural?
La idea de una humanidad una e indivisible no debería impedir que nos preguntáramos si no ha llegado el momento de deshacernos de la mentalidad vinculada a un sistema de pensamiento y de vida que divide el mundo entre la humanidad y aquellos que la desgarran poco a poco y la disuelven lobotomizándola. Con el riesgo, como en la actualidad, de crear una maquinaria humanitaria para disimular el impacto de un sistema depredador que pretende borrar sus lejanos orígenes genocidas.
Antes de Lumumba, existió la figura histórica de Kimpa Vita, que fue quemada en la hoguera acusada, por los misioneros capuchinos, de hereje. Esto ocurrió el 2 de julio de 1706. Para esos misioneros, como para el rey del Kongo, el crimen de Kimpa Vita fue el de decir a las autoridades de Bakongo, y a los misioneros consejeros/consultores del rey, que era inaceptable dejar que la trata de esclavos continuará impunemente. ¿Sabremos algún día si Vita habló de crimen contra la humanidad? La búsqueda de este reconocimiento del crimen y la feroz oposición suceden todos los días, como hemos visto recientemente en un artículo de los historiadores Pierre Nora y Anne Taubira (la Ley Taubira reconoce la esclavitud como un crimen contra la humanidad), que han ilustrado a la vez la amplitud de la postura y la necesaria toma de responsabilidad si la historia de la humanidad se explicará en su conjunto y no a partir de una de sus partes, por más poderosa que ésta sea.
Lo que ocurre actualmente en la RDC es relativamente conocido. El problema no está en el inventario o incluso en el análisis (seleccionado) de los hechos. Una historia que presentara siempre todos los hechos desde la más gran fidelidad, y aparentemente sin tomar partido, nos dejaría todavía con las dudas de saber de dónde viene esta dinámica o mentalidad que, a lo largo de una docena de guerras desde la independencia, parece dispuesta a acabar con el país como Estado, como nación e incluso como sociedad. Últimamente, varios filósofos congoleños buscan explicaciones (véanse los intercambios de opinión en el periódico Le Potentiel). Sin embargo, parece que sea cual sea la sofisticación de los avanzados argumentistas, no contrarrestaran las fuerzas decididas a acabar, cueste lo que cueste, con un país que conoció, y que todavía conoce, figuras fieles a la humanidad, fieles al principio de vida.
Después del "descubrimiento" de Hispaniola (hoy en día dividida entre República Dominicana y haití) por Cristobal Colón, y la desaparición de las poblaciones amerindias, se instaló una lógica de narrar la historia de la humanidad basada en el recurso a la violencia y el terror, con frecuencia descrita como una guerra de pacificación. En la región africana de los Grandes Lagos, esta lógica de la voz de las armas prima sobre el resto. Desde 1994, existe un rechazo a solucionar la cuestión del genocidio fuera del paradigma de la venganza. Esta dificultad viene, en gran parte, del fracaso de dos modelos que, aparentemente, están profundamente relacionados: el tribunal de Nuremberg (1945) y la Comisión para la Verdad y la Reconciliación en Sudáfrica, presidida por Desmond Tutu y puesta en marcha en el fin del apartheid.
Las decisiones tomadas en Nuremberg no pudieron reconciliar la humanidad consigo misma pues, con Hiroshima y Nagasaki, se asistió a la modernización (como lo citó Dwight McDonald en septiembre de 1945) de lo que sucedió en Auschwitz, Dachau, Treblinka, etcétera. Si nos ponemos a la altura de la historia de la humanidad, de sus exigencias, debería sernos posible distinguir la doble trayectoria consciente e inconsciente, así como la trama que conecta a ambas.
Los actores conscientes, ya sean dirigentes de los Estados de la región de los Grandes Lagos, dirigentes de grupos armados o instituciones internacionales (ONU, UE, UA), ¿son conscientes de la lógica única que les vincula a, por ejemplo, quienes quisieron acabar con las mujeres, por el simple hecho de serlo, en la región de Kivu? Calificado por algunos como femicido, este crimen resulta difícilmente mesurable en la escala de las transgresiones contra la humanidad. Una vez más se trataba, para sus responsables, de "acabar con".
La ilustración más atroz del fracaso de la Comisión para la Verdad y la Reconciliación fue la explosión de los sudafricanos más pobres que querían "acabar con" los extranjeros más pobres (primavera del 2008). Extranjeros, debemos añadir, que provenían de países que habían apoyado a los sudafricanos en la lucha contra el apartheid. La historia de la humanidad no difiere de la naturaleza: todo se registra y repercute, tarde o temprano. Ya sean crímenes contra los más débiles o contra quienes se consideran intocables o creen que su sufrimiento es más importante que el de los más miserables (pigmeos, sin papeles, inmigrantes, etcétera).
"Acabar con" pretende no solamente matar, sino también borrar cualquier posibilidad física de reconstituir los principios de vida, de libertad y de igualdad. El "acabar con" tiene como resultado, entre otros, la visibilidad de la destrucción del plantea y, también, la destrucción de la humanidad mediante, entre otras cosas, el humanitarismo. Frente a estos asaltos constantes de acabar con, cada cual busca protegerse metiéndose bajo la protección humanitaria incluso si es necesario, al mismo tiempo, olvidar las llamadas a la solidaridad de la humanidad. El humanitarismo es la moda caritativa de intervención inventada por los defensores a ultranza de la libertad económica para suavizar el acabar con aquellos y aquellas cuya presencia continúa incomodando su conciencia. Los supervivientes de los genocidas, certificados o no, lo han expresado de diversas formas, pero siempre de un modo muy claro: "Tenemos la impresión de que nos hubieran preferido muertos, desaparecidos".
Lo que sucede en Kivu no es único. El "acabar con" que allí se manifiesta y que pretende acabar con un Estado es, al fin y al cabo, un "acabar con" la humanidad. Pero para ser conciente de la envergadura del desafío y del ejemplo de la respuesta a dar, deberíamos entender que la historia de "acabar con" incluye a los africanos que, en Haití, de 1791 a 1804, denunciaron, con otras palabras, la brutalidad de la esclavitud.
Sin embargo, en la lógica de los "descubridores", un africano encadenado que logra liberarse, recuperando su libertad, debe ser completamente aplastado, sin excepción. El acabar con Haití persistió durante más de dos siglos. Es de esperar que el acabar con la República Democrática del Congo continúe. La exigencia de acabar con esta posible recuperación de la libertad, de vida, está reforzada por el miedo, en la cabeza de quienes quieren acabar con la libertad y la vida, de lo que un ejemplo así podría generar.
A pesar de la condición de Patrice Lumumba como héroe nacional, todo se hizo, tras su desaparición, para presentarlo como alguien que daba miedo. Con frecuencia escuchamos hablar de millones de muertos desde la guerra de 1997. Es necesario. Pero, ¿por qué se olvidan de las otras víctimas? Por ejemplo, el recuento de aquellos y aquellas lumumbistas que muertos, torturados, encarcelados durante el régimen de Mobutu, que yo sepa, nunca se ha realizado. A quienes dudan de la amplitud de ese "acabar con" los lumumbistas, basta decirles que lean los trabajos de los mercenarios como Mike Hoare o que escuchen cómo el mercenario Müller (ex SS nazi) cuenta, sonriendo, cómo no podía acordarse de cuántos congoleños había matado, pues se le había ordenado eliminar a todo aquel que se moviera en las zonas donde actuaba.
La historia de "acabar con" es muy larga y para nada rectilínea. Además de las contradicciones propias que produce, recoge las resistencias pasivas y activas, del interior y del exterior, de su lógica asesina. El reto de cómo acabar con el "acabar con" pertenece a todo el mundo. Quienes se crean más dotados que otros para responder, les deseamos que resistan a esta tentación: la respuesta debería llegar de aquellos y aquellas que han sido, y que continúan siendo, los objetivos de este "acabar con" a todos los niveles, local y global.
Demografía De África
Las estimaciones sobre la población no son precisas debido a lo obsoleto de gran número de censos nacionales. Se calcula sin embargo que viven en África no menos de 800 millones de personas.
En África predomina la raza negra, cerca de un 80% del total de la población, a excepción de la franja costera mediterránea donde son mayoritarios, aunque no exclusivos, tipos humanos arabo-bereberes y caucasoides-mediterráneos. Entre el Trópico de Capricornio y el Trópico de Cáncer la población es casi en su totalidad negra, que suele ser sub-dividida en cuatro grupos principales, aunque siempre han existido en las zonas limítrofes entre estos grandes grupos, pueblos más o menos mixtos en todas sus combinaciones. Tales grupos principales son: Sudanés (Sahel y países del Golfo de Guinea), Nilótico (Nilo, desde Sudán hasta los Grandes Lagos), Kushitico (Macizo etíope y Cuerno de África) y Bantú, siendo éste el más extendido, ya que ocupa toda el área al partír del cinturón selvático ecuatorial. Es además un tipo mixto relacionado con dos tipos antaño muy extendidos y hoy en día minoritarios; los Twa y otros grupos mal denominados pigmeos, habitantes de los bosques y los Kung-San mal denominados bosquimanos de las zonas áridas del extremo sur.
Migrantes de origen francés se hallan establecidos en el Magreb y escasamente en las grandes ciudades de África Occidental, los de origen español habitan Marruecos y el Sáhara Occidental, mientras que en Angola y algunas ciudades costeras de África Occidental hay un número minoritario de grupos mixtos de origen Africano-portugués. En el sur de África hay una significante cantidad (6 millones) de Africanos Blancos o Afrikaaners, descendientes de holandeses e ingleses.
La mayoría de los africanos mantiene un estilo de vida rural, pero la urbanización aumenta ya que la gente abandona el campo para buscar trabajo de las ciudades. Las mayores densidades de población se encuentran donde el agua es más accesible, como en el valle del Nilo, las costas del norte y oeste, a lo largo del Níger, en las regiones montañosas del este y en Sudáfrica.
Evolución demográfica
Aumento de la población desde el año 0 hasta el 2000. [5]
•Año 0 = 16 a 35 millones.
•Año 1000 = 33 a 50 millones.
•Año 1500 = 46 a 87 millones.
•Año 1600 = 55 a 113 millones.
•Año 1650 = Más de 100 millones.
•Año 1700 = 61 a 107 millones.
•Año 1800 = 70 a 102 millones.
•Año 1820 = 74 a 92 millones.
•Año 1870 = 90 a 104 millones.
•Año 1900 = 110 a 159 millones.
•Año 1913 = 124 millones.
•Año 1950 = 205 a 228 millones.
•Año 1960 = 450 millones.
•Año 1970 = 550 millones.
•Año 1980 = 700 millones.
•Año 1990 = 850 millones.
•Año 2000 = 980 millones.
•Año 2010 = 1200 millones. (Est.)
•Año 2050 = 1718 a 3251 millones (Est.)
•Año 2080 = 8509 a 10587 millones.
Características de la población
En África las características de la población y su esperanza de vida varía según las condiciones. En África del Norte o Sahara, la mayor parte de sus habitantes son adultos y superan a la población juvenil, aunque no se da tampoco un envejecimiento progresivo. En el África subsahariana la mayor parte de sus habitantes son jóvenes, aunque en las últimas décadas se ha experimentado un crecimiento en la población adulta y un progresivo envejecimiento. Esto se da principalmente en países como Etiopía y Somalia, aunque en Sudáfrica también se experimenta un crecimiento de población adulta pero no tan común el envejecimiento. Lo más preocupante en esta región del continente es la persistencia de crisis alimentarias periódicas.
lunes, 1 de noviembre de 2010
Economía de África
En su condición de ex colonias, la mayoría de los países africanos mantienen estrechas relaciones económicas con la Unión Europea (UE).
Existe una organización supranacional, tomando como referencia a la Unión Europea, llamada Unión Africana, de la que forman parte todos los países del continente excepto Marruecos, incluida la República Árabe Saharaui Democrática. La mayor parte de los países africanos están subdesarrollados o en vías de desarrollo.
Más del 50% de la población o 350 millones de personas viven con menos de un dólar cada día. África paga cerca de $20 000 millones en pagos de deuda cada año, aún pese a las paliaciones de deuda de los años 90. [2]
Recursos
Durante el régimen colonial los europeos explotaron los productos más fáciles y más provechosos de extraer, como el oro, el marfil, maderas y fibras textiles. Tras la emancipación de las colonias lo más codiciado pasó a ser el petróleo, los diamantes y la minería en general, pero estos productos mencionados se hallan en pocos países.
La carencia de buena tecnología y de medios de comunicación eficientes dificultan la explotación de dichas materias primas. El 60% de los trabajadores africanos se ocupa de actividades rurales, y el 80% de lo que África exporta son materias primas, siendo a su vez los productos industrializados los que representan la casi totalidad de sus importaciones. Solo el 15% está empleado en el sector industrial, siendo Egipto, República de Sudáfrica, Túnez y Marruecos los que poseen casi el total de dicha actividad. El resultado es que África es él continente más pobre del planeta: su PBI representa tan solo el 2,6% del total mundial. [3]
Ayuda exterior
La ayuda exterior llega a los $50 000 millones cada año, y en los últimos 60 años esa ayuda ha sido de al menos $1 billón. Sin embargo, esto ha empobrecido más a los países, ha ralentizado el crecimiento, los ha endeudado más, son más propensos a la inflación, vulnerables a los vaivenes de las divisas, los ha hecho menos atractivo para la inversión y ha aumentado el riesgo de conflictos civiles.
La ayuda exterior es en forma de deuda, que se paga a expensas de la educación y los servicios médicos africanos. Aún cuando se termina de pagar una deuda, los países vuelven a pedir otra.
Aunque hay que resaltar que desde hace un tiempo esto está dejando de ser así. Hace años que se ha comprendido que prestar la Ayuda al Desarrollo en forma de préstamos no tiene sentido, ya que alimenta de nuevo la trampa de la pobreza. La tendencia actual es condonar la deuda externa a los países que demuestran un compromiso con el sistema democrático y con el desarrollo.
La asistencia por desgracia en ciertas ocasiones ha estado afectada por corrupción, y los flujos han acabado beneficiando a las burocracias gubernamentales y ciertas ONGs financiadas por algunos gobiernos. La corrupción le cuesta $150 000 millones al año. No existen incentivos para que los gobiernos busquen formas más transparentes para recaudar fondos para el desarrollo, sólo piden a las agencias de donación una infusión de capital.
En contraposición, en otros países la ayuda sí que ha servido para paliar los problemas de raíz, como las epidemias que diezman la salud y las vidas de la población activa (SIDA, malaria), la falta de infraestructuras básicas, un mejorable rendimiento agrícola, y el analfabetismo y la carencia de educación primaria universal. Y existen ejemplos de países que demuestran emplear correctamente la ayuda y ven un horizonte mejor, como Ghana.
El flujo de ayuda a que los gobiernos ineficientes sigan en el poder, ya que el presidente no tiene que hacer nada pues la ayuda sigue llegando, siempre y cuando pague al ejército. No tiene que subir los impuestos, ni preocuparse del descontento de los ciudadanos ni de la representación de estos. Los choques civiles a menudo son motivados por el conocimiento de que al hacerse con el poder, el ganador obtiene un acceso virtualmente completo al paquete de ayuda
La ayuda hace que la burocracia se vuelva clientelista y envuelva a los ciudadanos con trámites innecesarios. En Camerún lleva 426 días el hacer un procedimiento comercial y 119 días en Angola.
La ayuda alimentaria que compra comida cultivada en EE UU quiebra a los agricultores locales. Se ha hecho poco para ayudar a los agricultores y se gasta millones de dólares en el programa.
La gran cantidad de dinero crean la "enfermedad holandesa": los grandes flujos de dinero hace que la moneda local se fortalezca incrementando además los precios internos. Esto crea además inflación, por lo que los países deben emitir bonos. Uganda fue obligada a emitirlos en 2 005, pagando intereses de $110 millones anuales.
África requiere nuevo sistema para medir escasez de agua
Richard Taylor
15 septiembre 2010
El modo de evaluar la escasez de agua en África hoy en día debe modificarse y diseñarse según las realidades locales, dice Richard Taylor. Garantizar que las personas tengan acceso seguro y asequible al suministro de agua será un reto primordial para muchos países en desarrollo en las próximas décadas, a medida que la población crezca y la agricultura y la industria se expandan.
Una de las amenazas más grandes para la seguridad hídrica es, simplemente, la escasez, donde la demanda supera a la oferta. Esto puede resultar de la geografía, de la sobre explotación o de una infraestructura inadecuada. Pero el cambio climático ejercerá más presión sobre la disponibilidad de agua dulce en muchas partes del mundo.
Las naciones o regiones que están sufriendo escasez pueden alcanzar seguridad hídrica mediante la estrategia dual de aumentar la disponibilidad de agua (mejorando sus sistemas de almacenamiento, reciclando aguas servidas o desalinizándolas) y reducir la demanda (por ejemplo, con riego más eficiente o alimentos importados).De lo contrario, puede haber consecuencias devastadoras. La escasez de agua puede arruinar los cultivos, aumentar la incidencia de enfermedades transmitidas por y relacionadas con el agua, y dañar los ecosistemas acuáticos (la disminución del lago Chad es un claro ejemplo). La escasez de agua también puede alimentar la guerra civil.
Las políticas que ayuden a evitar estas crisis requieren formas sólidas de medir la escasez de agua para fijar las áreas en mayor riesgo. Pero predecir la escasez de agua, particularmente mientras el clima está cambiando, es difícil y en la actualidad el principal método para hacerlo —el llamado índice de estrés hídrico— no responde a las expectativas.
Sobrestimando la demanda...Usando este sistema de medición, los investigadores estiman que para el 2025, el número de naciones con restricción de agua en el sub Sahara africano aumentará de 14 a 25, afectando casi a la mitad de la población proyectada de 1.4 mil millones de habitantes en la región.
Pero tales evaluaciones pueden tergiversar la escala y naturaleza de la crisis del agua en el continente, debido a que el índice de estrés hídrico sobrestima la demanda de agua y malinterpreta la oferta de agua dulce.
Por ejemplo, el índice de estrés hídrico asume que el consumo doméstico es de aproximadamente 40 metros cúbicos por persona al año. Se asume que la demanda de agua para uso industrial y agrícola es veinte veces mayor.
Estos supuestos se basan en los estilos de vida del mundo desarrollado y no reflejan la realidad del uso del agua en el África. El uso actual combinado del agua para fines domésticos e industriales en el continente es más cercano a los 25 metros cúbicos por persona al año, casi un diez por ciento del promedio combinado en Europa y 6.5 por ciento del promedio combinado en Norte América.
Es más, la agricultura bajo riego representa más de dos tercios de todas las extracciones mundiales de agua fresca, mientras que más del 95 por ciento de toda la producción de alimentos en el sub Sahara africano es de secano. Pese a los llamados para aumentar sustancialmente la agricultura bajo riego con el fin de alcanzar la seguridad alimentaria en el África sub sahariana, no está claro de dónde provendría esta agua, especialmente cuando el medio ambiente y el clima están cambiando.
Por lo tanto, la demanda real de agua para riego en el sub Sahara africano es, y probablemente seguirá siendo, una pequeña fracción de la que se usa en países como Australia, China, India y los Estados Unidos.
... y subestimando la oferta. Por el lado de la oferta, la disponibilidad de agua dulce en el índice de estrés hídrico se calcula a partir de observaciones y simulaciones del flujo promedio de los ríos, las descargas medias anuales del río (DMAR). Pero la descarga de los ríos en África con frecuencia puede cambiar sustancialmente de una estación a otra.
De hecho, el sub Sahara africano alberga a algunos de los ríos más variables del mundo, donde los flujos en las estaciones secas pueden ser igual a cero, o solamente una pequeña fracción de los flujos de la temporada lluviosa.
Se espera que esta variabilidad aumente solamente como resultado del cambio climático. El uso de DMAR para estimar la disponibilidad de agua en el índice de estrés hídrico ignora esta variabilidad, a pesar de su importancia fundamental en la planificación de la seguridad hídrica.
Otro problema significativo con el uso del DMAR para estimar la disponibilidad de agua en el Sub Sahara africano es que excluye a la humedad del suelo derivada de la lluvia. Pero en una región donde casi toda la agricultura es de secano, la humedad del suelo proporciona la única y más grande fuente de agua dulce para la producción de alimentos.
Hacia una nueva métrica: Necesitamos dejar de lado el índice de estrés hídrico como una manera de definir la escasez e inseguridad hídrica en el sub Sahara africano, porque tergiversa de manera fundamental la crisis actual y futura de agua en la región.
De lo contrario, hay un serio riesgo de que el precioso pero limitado recurso sea desperdiciado por políticas que abordan la ‘escasez’ de agua en regiones donde se ha sobrestimado gravemente la demanda de agua fresca, como en la cuenca alta del Nilo, y que pasan por alto la actual escasez de agua en regiones donde los flujos promedios de los ríos enmascaran la escasez estacional de agua, como en las cabeceras del Limpopo.
Se requiere urgentemente un nuevo indicador métrico adaptado a las realidades locales de la demanda de agua en el sub Sahara africano, que tome en cuenta tanto la humedad del suelo, como la variabilidad estacional de una región en cuanto a sus recursos de agua dulce.
Hay algunos progresos en esta dirección. En una investigación en África oriental, un equipo multidisciplinario bajo el programa de Servicios Ecosistémicos y de Alivio a la Pobreza (ESPA, por sus siglas en inglés) del gobierno del Reino Unido, está desarrollando un indicador métrico que considera la demanda estacionalmente variable, la humedad del suelo y el almacenamiento de agua fresca para informar mejor a los proyectos de planificación de la seguridad hídrica en el sub Sahara africano.
Es con este tipo de indicadores que los formuladores de políticas pueden diseñar estrategias eficaces y dirigidas a abordar la real escasez de agua de hoy y en el incierto futuro.
Richard Taylor es profesor de hidrogeología en el departamento de geografía de la University College London del Reino Unido.
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